jueves, 30 de octubre de 2014

Una completa locura en forma de tercera (técnicamente) novela

La primera es Voces huecas. Faltando tanto para terminarla, con el séptimo capítulo a medias, como la completa egoísta que soy he decidido meterme al reto oficial, el gran premio, aquel cuyo hermano dio nacimiento a La marcha.

Si no saben a qué me refiero, hablo del NaNoWriMo de este año. A lo largo de este mes, en lugar de editar esta obra para su posterior publicación, en lugar de continuar con la novela que llevo parada desde hace un buen rato, voy a empezar desde cero una nueva, cuya idea ya tengo concebida desde hace años.

No tengo excusa. Es un impulso horrible. Como a principio de año, ya que todavía no había empezado la universidad, podía y quería meterme en cuanta convocatoria llegara a mi conocimiento. Me obligué a cumplir cada pequeño reto a medida que los iba anotando en la agenda. La novela esta que tengo aquí nació con ese misma idea en mente. ¿Y saben qué? Me encantó hacerlo. Me fascinó ver antologías y revistas donde salieran mis trabajos, que el hecho de que incluso si llegaba a perder en un concurso podía aparecer en otro lado. Tengo un libro completo (aunque sin editar, sin editar, no nos olvidemos para no dejar que se me suba a la cabeza) de mi género favorito que algún día veré en papel. Y algún día aparecerá en papel, es una promesa que me he hecho.